POESÍAS

A NUESTRO PADRE JESÚS
 
¿No te acuerdas ya de mí?
Soy el travieso chiquillo,
que, contemplaba tu hería,
lloraba en la sacristía
vestido de monaguillo.
 
         J.M.L.C.
 
Padre Jesús coronado,
Señor, Cristo, Dios y Hombre,
todo esto y más, te han llamado,
y a un barrio le has regalado
al fin, tu divino nombre.
 
Y está el barrio tan contento
con llevar el nombre tuyo,
que lo siente por dentro
lo grita a los cuatro vientos;
y eso nos llena de orgullo.
 
Y aunque no te han hecho 
una visita a diario,
puedes estar satisfecho,
que un altar lleva en el pecho
cada vecino del barrio.
 
Porque todo el vecindario
lleva desde que ha nacío,
una plegaria en los labios
contemplando tu calvario.
¡¡No me olvides Padre mío!!
 
Y es que ese Imagen bendita
que a hombros lleva la Cruz,
escucha cando le grita
todo aquel que necesita
a Nuestro Padre Jesús.
 
Escucha pues, buen Señor
esta petición sincera
que te hago con fervor;
como eres Padre de Amor,
bendice Tú a Ronda entera.
(Boletín Nº 5 Año 1991)
 
AL COSTALERO
Yo te admiro, costalero,
y cirineo que no cobra;
con tu cuerpo que se dobla
haces tu trono ligero.
 
Aunque cansado camina,
paso a paso, va adelante,
iluminando el semblante
por la figura divina.
 
Ronca lleva la garganta
por el trabajo y la fatiga,
por la fuerza de los ¡Vivas!
gritados a la imagen santa.
 
Cosido va a su varal
y, aunque cansado, prosigue
caminando sigue y sigue
hasta sus fuerzas agotar.
 
Y pudo más la ilusión
que las fuerzas que tenía;
y cuando ya no podía 
empujó su corazón.
 
Lleva hasta su destino
a su paso doloroso
y, aunque cansado, gozoso
de recorrer su camino.
 
Sigue siendo costalero
día a día, hora a hora,
sigue, sigue sin demora
renovándote de nuevo.
 
Porque allí, junto a la cruz
de tu muy dura jornada,
está la Virgen parada,
te está mirando Jesús.
 
Él será tu Nazareno
en tu calle de Amargura
y a llevar tu cruz tan dura
te ayudará el Dios bueno.
 
Cuando tus fuerzas no pueden
agotadas por la muerte,
tienes, costalero, suerte
de que tus brazos te lleven.
(Boletín Nº 9 Año 1993)

 

NOCHE DEL JUEVES SANTO
 
El Farol dejó caer
su lágrima de luz,
y las tinieblas,
-pañuelo de la noche-
la enjugó.
 
Desde el puente,
-pétrea tribuna-
del dormido Tajo
relumbran, los ocho caños
de la fuente
que lanzan,
lumínicos dardos,
quebrando
el silencio penitente.
 
Silencio, Silencio, Silencio!
 
Un reloj
ávido de mensaje
con metálica voz,
rompió el silencio
y, sus once campanadas
-pregón bocinó-
fue, el Sésamo!
que abrió la puerta
del Templo.
 
Silencio, Silencio, Silencio!
 
Blanca cruz
de labrada plata
alzada, por nazareno
- Túnica y capirote 
morados -
apareció
triunfante,
en la puerta
del templo.
 
Tras ella
dos a dos,
uno tras otro
simétricas filas
de morados nazarenos.
 
 
Hachones de tez de Luna
rompen, de la noche
el negro,
y el silencio
se hace cuerpo
colgado de los aleros.
Y... a hombros de Costaleros
- penitentes de sendero -
PADRE JESÚS,
con su cruz,
la cuesta, sube
en silencio.
¡Escolta, incienso
y maceros,
caminan, en pos
de Él
por los mismos derroteros.
Hay amargura en la calle
que recuerda la amargura
y el pensamiento,
cabalga por el espacio
infinito, buscando
un paño de lino
que seque el sudor 
de Cristo.
Alfombra
lirios morados
bajo los pies de Jesús,
y el humilde Cirineo.
compartiendo
con su Dios,
el madero de la Cruz.
Bastón de mando
cantero
símbolo de poder humano
contrasta con el madero
que lleva,
el Ser sobrehumano.
Pasó el paso
acariciado
por los cantes saeteros
y, siguiendo al Nazareno,
continúa 
simétrica dos a dos
la fila de nazarenos.  
(Boletín Nº 4 Año 1991)

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